Naturalmente, agradezco, pero también maldigo, la oportunidad de tener que exponer frente a ustedes, porque eso me da el gusto de ser escuchado y el disgusto de tener que trabajar. Lo cierto es que yo pensé que, cuando me tocara hablar, ya muchos se me habrían adelantado con aquel viejo truco, sobre todo de los cientistas sociales, que consiste en que, en vez de contestar las preguntas, se pregunta sobre la pregunta. Es como reeditar bastardamente el método socrático y nunca responder a nada. Y la verdad es que tengo que recurrir un poco a este truco, porque me llama la atención este uso y abuso de la idea de proyecto. Y me llama la atención en un sentido que yo creo que es interesante para nosotros que nos dedicamos a las ciencias sociales, porque pareciera que estamos crecientemente entrando en la ingenuidad de creer que las sociedades tienen proyectos, o los grupos tienen proyectos, o la humanidad los tiene, como si se tratara de personas. Aunque tampoco pretendo aquí dar por aceptada esa otra ingenuidad de creer que las personas son individuos autónomos elaborando proyectos y que su vida es la realización de su proyecto de vida. Hay una especie de racionalización total y absoluta, como si uno desde el momento que lanza el primer grito al ser parido tuviera ya más o menos claro sus objetivos y empezara a establecer cuáles son los mejores medios de llegar a conseguir aquello que supuestamente de alguna parte sacó. Luego desde aquí se supone que la humanidad, las clases y grupos sociales también elaboran sus proyectos….
Baño, R. (2004). Consideraciones acerca de los orígenes y desarrollo del proceso político de la Segunda República. Revista Némesis, (4), 67–75. Recuperado a partir de https://anales.uchile.cl/index.php/RN/article/view/66738
