Howard Gardner es un psicólogo cognitivo de la Universidad de Harvard. En la actualidad posee un gran reconocimiento académico por su extensa obra dedicada a la inteligencia y la creatividad humanas. Sus contribuciones conceptuales y teóricas, con sus derivaciones en el terreno de la práctica, lo convierten en un autor de gran impacto en distintos ámbitos disciplinarios, especialmente la educación y la psicología.

Su orientación crítica hacia el concepto tradicional de inteligencia, está centrada en los siguientes puntos:

- La inteligencia ha sido normalmente concebida dentro de una visión uniforme y reductiva, como un constructo unitario o un factor general. - La concepción dominante ha sido que la inteligencia puede ser medida en forma pura, con la ayuda de instrumentos estándar. - Su estudio se ha realizado en forma descontextualizada y abstracta, con independencia de los desafíos y oportunidades concretas, y de factores situacionales y culturales. - Se ha pretendido que es una propiedad estrictamente individual, alojada sólo en la mente, y no en el entorno, en las interacciones con otras personas, en los artefactos o en la acumulación de conocimientos.

Estamos acostumbrados, dice Gardner, a pensar en la inteligencia como una capacidad unitaria o como un factor general. En oposición a esos enfoques de perfil más bien reduccionista, propone un enfoque de inteligencias múltiples. Para este autor una inteligencia es una capacidad situada y distribuida, que sólo puede ser apreciada en conexión con un contexto particular. Está en la mente, pero también en el cuerpo, en los medios y en el ambiente. Lo sustantivo de su teoría consiste en reconocer la existencia de siete inteligencias diferentes e independientes, que pueden interactuar y potenciarse recíprocamente. La existencia de una de ellas, sin embargo, no es predictiva de la existencia de alguna de las otras. Las inteligencias propuestas son: lingüística, lógico-matemática, espacial, musical, corporal, interpersonal, e intrapersonal.

Hablar de inteligencias múltiples, y concebirlas como sistemas independientes, definitivamente replantea la discusión sobre los factores de la inteligencia, habitualmente asociados a una dimensión cognitiva. Ciertamente, también cambia cualquier perspectiva sobre su estimulación y desarrollo. En síntesis, Gardner nos conduce a redimensionar la importancia de los componentes racionales, invitándonos a reconocer y valorar otras expresiones de la persona, que no guardan relación directa con logros cognitivos.

Postula que los seres humanos son capaces de conocer y de aprender de siete maneras diferentes: a través del lenguaje, del análisis abstracto, de la representación espacial, del pensamiento musical, del uso del cuerpo, de una comprensión de los demás y de nosotros mismos. Desde el comienzo reflexionó sobre la posibilidad de introducir otras inteligencias. Recientemente ha examinado concretamente las pruebas que demostrarían la existencia de otras inteligencias, como las inteligencias naturalista, espiritual, existencial y una inteligencia moral. Sin embargo, aunque se manifiesta inclinado a aceptar una inteligencia naturalista, hasta ahora sólo se encuentran bien documentadas las siete iniciales. Se trata de distintas maneras de vivir y de estar en el mundo. Todos los hombres pueden presentar estas inteligencias, pero claramente en distinta intensidad, y con diferencias en las formas en que se recurre a ellas y se las combina para llevar a cabo determinadas tareas. En la vida cotidiana estas inteligencias operan en armonía, dentro de un cierto perfil de inteligencias, de modo que no es fácil reconocer su autonomía e independencia, pero cuando se observa con atención la naturaleza peculiar de cada una se hace evidente.

Sostiene que todas las personas normales tienen la capacidad de hacer preguntas y de buscar soluciones utilizando varias inteligencias, con sus formas características de procesar la información y de dirigir las expectativas abiertas por los distintos tipos de problema. Cada inteligencia es una forma de pensamiento riguroso, que no tiene relación necesariamente con la inducción y la deducción en forma numérica o proposicional. En lugar de esto, cada una exhibe una lógica propia de implicaciones, derivada de la comprensión de los principios y aplicaciones de sistemas simbólicos tal como son utilizados dentro de una cultura determinada.

Gardner postula que inteligencia y creatividad no deben comprenderse como fenómenos separados. Rompe así una dicotomía de larga presencia entre los estudiosos de la creatividad. El primer paso consiste en reemplazar la pregunta convencional: ¿Qué es la creatividad?, por otra distinta que definitivamente cambia la dirección de la búsqueda: ¿Dónde está la creatividad? La primera todavía permite una respuesta más abstracta, sin contexto, en tanto que la segunda impone la obligación de una mirada más amplia. En el curso de este movimiento surge la siguiente propuesta: Individuo creativo es la persona que resuelve problemas con regularidad, elabora productos o define cuestiones nuevas en un campo de un modo que al principio es considerado original, pero que al final llega a ser aceptado en un contexto cultural concreto (pág. 53).

Caracteriza la creatividad y la persona creativa del siguiente modo:

- La creatividad implica novedad inicial y aceptación final. - La creatividad se define por la elaboración de nuevos productos o el planteamiento de nuevos problemas. - La creatividad es reconocida como tal sólo cuando ha sido aceptada en una cultura concreta. - Una persona suele ser creativa en un campo y no en todos. - Una persona puede ser llamada creativa cuando exhibe su creatividad en forma consistente.

Si la inteligencia es plural, lo es también la creatividad. Gardner quiere demostrar el carácter distintivo de las actividades habituales de una persona creativa. Así como no hay un tipo único de inteligencia, tampoco puede haber un tipo único de creatividad. En esto fallan los tests de creatividad. En su ingenua suposición de que el desempeño acertado frente a tareas divergentes y muy triviales, garantiza una predicción respecto a comportamientos futuros en cualquier campo.

En este libro, Gardner formula un razonamiento apoyado en dos ejes que interactúan a lo largo de todas sus páginas. Por una parte la ya mencionada teoría de las inteligencias múltiples, y por otra una aproximación conceptual a la creatividad que denomina perspectiva interactiva. En este segundo eje se reconocen tres niveles de análisis, que no pueden ser desatendidos en una consideración de la creatividad: la persona con su propio perfil de capacidades y valores, el campo o disciplina en que trabaja con sus sistemas simbólicos característicos, y el ámbito circundante, con sus expertos, mentores, rivales y discípulos, que emite juicios sobre la validez y calidad tanto del propio individuo como de sus productos. Conforme a esta perspectiva, la creatividad no puede ser interpretada situándose en forma exclusiva en alguno de estos niveles. Debe entenderse en todo momento como un proceso que resulta de una interacción, frecuentemente asincrónica, en la que participan los tres elementos. Al final, no se entiende por qué el libro se llama Mentes Creativas, dado que precisamente se intenta demostrar que la inteligencia y la creatividad no se alojan en la mente de forma exclusiva.

No importa cuanto talento tenga una persona, no estaremos en condiciones de decidir sobre el grado de su creatividad si no hemos examinado la manera como se apropia de su campo, transformándolo o incluso creando uno nuevo; y no conocemos las relaciones con su ámbito, sus tensiones y conflictos. De este modo, la creatividad no reside en la cabeza (o mano) del artista, ni en el campo de prácticas, ni en el grupo de jueces: más bien ese fenómeno de la creatividad puede ser entendido sólo, o en cualquier caso más plenamente, como una variable de las interacciones entre estos tres nodos (pág. 57).

Mentes Creativas incluye una interpretación de la vida y obra de siete notables creadores del siglo XX. Se destina un capítulo a cada uno de ellos asociándolos a determinadas inteligencias específicas: Sigmund Freud, personal y lingüístico, Albert Einstein, lógico-matemático y espacial; Pablo Picasso, espacial, personal y corporal; Igor Stravinsky, musical; T. S. Eliot, lingüístico; Martha Graham, corporal y lingüístico; y Mahatma Gandhi, personal y lingüístico.

Así, cada uno de estos niveles y sus respectivas interacciones, provocan la aparición de numerosas cuestiones de interés para la investigación, que a partir de este momento no puede quedar encerrada en los límites de una sola disciplina. La consideración de una estructura interdisciplinaria para los estudios sobre creatividad, se hace evidente en este enfoque. Recíprocamente, se vuelven inconsistentes los intentos reduccionistas, que habitualmente terminan psicologizando la creatividad.