Desde el punto de vista de las culturas patriarcales, el cuerpo de las mujeres ha sido incluido en el campo fantasmático de un tipo de materialidad de carácter potencial o mater. En especial, se lo ha resaltado desde una teleología natural, es decir, mediante un para qué que ata a las mujeres a un cuerpo animal regido por la reproducción de la vida. Un modelo naturalista como este desconoce la vinculación del cuerpo con el mundo y lo jerarquiza de acuerdo a las funciones que ejerce, además de convertir los cuerpos de las mujeres en depósitos de traumatismos y de violencias.