Quiero hacer llegar a la comunidad universitaria un mensaje de optimismo y alegría en este cumpleaños número ciento sesenta y uno de nuestra Universidad de Chile. Esta institución, creada para tratar con las necesidades de Chile y de su pueblo, como lo expresó don Andrés Bello, ha continuado a lo largo del tiempo desarrollando su acción en el marco de la tarea nacional y pública que le corresponde, reflejando así su misión de naturaleza superior ligada al destino de la patria y vinculada estrechamente con los retos permanentes del país en todas sus áreas. El esfuerzo que estamos haciendo, y que seguiremos impulsando con bríos, se orienta a asegurar el nivel de excelencia que le corresponde mantener a la Universidad de Chile frente al reto de la sociedad del conocimiento y de la globalización. Reto que envuelve lo pertinente de su accionar y que se anima a establecer los fundamentos para el desarrollo que en docencia, investigación y extensión asegure nuestra continuidad como la primera Universidad del país y colabore activamente a alcanzar los sueños que alimentamos como nación.

Nuestro Senado Académico se encuentra discutiendo los indicadores y compromisos que la institución procurará adquirir para asegurar excelencia y pertinencia en todas sus acciones y a todo nivel, en el marco del plan estratégico para los próximos años. Los lineamientos estratégicos que estableció el Consejo Universitario han guiado efectivamente nuestro trabajo en sus cinco líneas fundamentales: énfasis en posgrados e investigación, reforma profunda del pregrado, fortalecimiento del trabajo integrado en campus universitarios, una gestión eficiente que propenda a nuestra internacionalización y acreditación con los mejores comparadores, una extensión vinculada al país y a la comunidad nacional y sus necesidades. Estamos construyendo la Universidad de los chilenos y del futuro, en que junto a la excelencia y la pertinencia de nuestro trabajo, estamos aprendiendo sobre participación, para así poder integrar a todo el espectro del quehacer institucional en el establecimiento de las prioridades que requiera el desarrollo de largo plazo.

Nuestra institución ha dado pasos importantes en esas líneas establecidas. Hemos progresado en los indicadores en materia de investigación, especialmente en cuanto a fondos concursables, como asimismo nos mantenemos muy activos en cuanto a creación y acreditación de programas doctorales, de alta relevancia para el desarrollo nacional y el progreso de la investigación. Hemos hecho avances importantes en la reforma del pregrado, donde se ha instaurado una malla de cursos de formación general que han de dar paso a la transformación que esperamos concretar en dos años en cuanto al sistema de ingreso a la Universidad. También hemos progresado en materia de integración de nuestros campus, sujetando las inversiones efectuadas y aquellas planeadas al contexto de integrar eficazmente el trabajo académico. Estamos en una Universidad que avanza, que consolida sus resultados, que busca con fuerza el poder potenciar su desarrollo futuro frente a los retos y dilemas que enfrenta Chile en sus ansias de progreso y mayor equidad.

Las preocupaciones sobre la política pública aplicable al desarrollo de la educación superior no han estado ausentes de nuestras acciones y en los diseños del trabajo institucional. Creemos que es un grave error que se mantenga a nuestra Universidad en el plano de una institución privada desde el punto de vista financiero, pero que, por el contrario, se le sujete a normativas públicas que sólo complican su gestión, especialmente frente a la necesidad de competir con otros actores relevantes. Pensamos que es indispensable que se ordene el desarrollo de la educación superior en términos de las reglas aplicables y de las deficientes normativas que se relacionan con acreditación de calidad, información a los usuarios, financiamiento estudiantil. Nos preocupa que el financiamiento de la investigación en ciencia y tecnología aún no dé señales claras de expansión y de aplicación de nuevas definiciones, como se precisa para que el país pueda enfrentar exitosamente su eventual desarrollo productivo y social. Es motivo de reflexión permanente que no existan mecanismos de financiamiento sostenible de la investigación en ciencias sociales y humanidades, elemento fundamental para contar con recursos adecuados en investigación como un conjunto, pero indispensable para adicionar más del factor humano a nuestro proceso de desarrollo. Nos causa rechazo que se haya legislado para quitar parte sustantiva del mecanismo de donaciones para el quehacer universitario, decisión que ni siquiera se nos consultara y sin considerar el enorme daño al desarrollo de la educación superior, como del arte y la cultura.

Estamos esperanzados, sin embargo, a raíz de la invitación que formulara el señor Ministro de Educación, para discutir, conjuntamente con el Congreso Nacional, el futuro de la Universidad de Chile. Nos parece que es un tema crucial para tomar decisiones explícitas, que se han venido posponiendo por años en el contexto de medidas y políticas que han simplemente repetido lo practicado en años anteriores. Definir el rol nacional y público de la Universidad de Chile en los días presentes, estableciendo responsabilidades y mecanismos de verificación de cumplimiento de objetivos, como asimismo los compromisos financieros y de gestión por parte del Estado, resulta fundamental para evitar que se produzca uno de los dos escenarios a que nos conduciría por inercia la situación actual: o la progresiva privatización de nuestra Universidad, en términos de su financiamiento pero también en cuanto a su rol en la sociedad chilena, o el declinar sistemático de la calidad de su trabajo, de sus posibilidades de desarrollo y producción académicas. Es urgente que el Estado aborde este problema para no seguir haciendo inviable el camino actual de indefiniciones y reglas inapropiadas. Por nuestra parte, seguiremos afinando el camino de mejoramiento que hemos emprendido en la convicción de constituir una entidad nacional y pública.

Nuestra institución no sólo está pensando en los afanes que tienen que ver con su ordenamiento interno, el diseño de su trabajo y las políticas que le son aplicables. Tenemos también una gran preocupación por Chile, por los decisivos momentos que vive la sociedad chilena, por sus implicancias para la juventud chilena. La costumbre de denuncias abiertas y públicas sobre posibles actividades irregulares o delictuales ha envuelto a todos los segmentos de nuestra sociedad: al Gobierno, al Parlamento, a la Iglesia Católica, a las fuerzas armadas, al poder judicial, a la policía uniformada y civil, al quehacer privado. Existe una seria distorsión que lleva a la instauración de una peligrosa política medial, por parte de personeros políticos y públicos, que han cuestionado a toda nuestra institucionalidad, y convierten todo en verdaderos juicios públicos, y un intento de sugerir a los tribunales el desarrollo de sus tareas. Ha existido irresponsabilidad ética en muchas de estas acciones, y un no oculto intento por parte de ciertos sectores de poner en duda la viabilidad de nuestra democracia. Prima también la práctica de hacer actividad política por medio de afirmaciones y acusaciones sin propuestas y debate sobre ideas, mientras que los medios privilegian todo aquello que pueda proveer mayores ventas y auspicios. La sociedad chilena está profundamente impactada, y parece ser que ya nada es un hecho noticioso, sino hasta cuando aparece una nueva y sorprendente revelación, propendiendo sugerir que somos una sociedad en crisis valórica y con una desusada quiebra institucional.

La Universidad de Chile ha sido acusada de llevar a cabo actos ilícitos en beneficio de funcionarios ministeriales, y a la sombra de contratos de trabajo que la institución necesita suscribir para generar los recursos que son faltantes en su presupuesto. En estas acusaciones operó en forma abierta la animosidad de quienes nunca han visto con buenos ojos a esta institución, pilar pluralista y laico de la República, que nunca fue sometida y que, contrariamente a lo que muchos esperaban, continúa siendo la institución de mayor excelencia y con mayor ritmo de cambio en materia académica. Desde los medios se condujo una campaña fiera e injusta, basada sobre presunciones, contra una Universidad indefensa, escudada solamente en la fortaleza que en momentos difíciles fue capaz de crear su comunidad, con decisión, con valentía, con un rechazo fuerte y digno frente a las imputaciones manipuladas por ciertos medios y estimuladas por sectores interesados. Hemos dicho y lo repito: seguiremos colaborando con las investigaciones del caso, y actuaremos en el convencimiento de que la institución nunca se ha prestado para procedimientos ilícitos. Pero también advertimos a los sectores y grupos que han estimulado los ataques contra la Universidad de Chile, que no nos dejaremos amilanar, no nos someteremos a la lógica que trata de imponer el sentimiento de que Chile entero está corrupto o sufre de graves problemas valóricos. En esta Universidad sabemos muy bien cómo conducir nuestros asuntos, con plena participación y abierta discusión de nuestros problemas y dilemas. Por ello, los ataques nos fortalecen como entidad y nos permiten recibir la solidaridad ciudadana, puesto que siempre se ha entendido, y así se debe entender, que esta institución es un baluarte de la República.

Llamo a la comunidad nacional a seguir confiando en su Universidad y a seguir manteniéndola como un ejemplo del debate amplio y productivo sobre el país y sus desafíos, un lugar de encuentro, de respeto y de propuestas. Llamo también a confiar en nuestras instituciones, en el espíritu de servicio público que ampliamente domina en la patria por encima de hechos aislados. Llamo a la juventud para que sus ideas, sus acciones, su impulso, vayan en la dirección de acentuar una patria dominada por el entendimiento y por el fortalecimiento de los valores cívicos y de respeto por la persona humana. Que nunca más haya niños que estén en riesgo por falta de oportunidades o recursos; que el devenir de Chile, también signifique mayor certidumbre y humanismo para todos.

En este nuevo aniversario, la Universidad quiere hacer llegar un mensaje de esperanza a Chile. Han sido años difíciles, los que hemos debido sortear para llegar a una sociedad con oportunidades democráticas y esperanzas de desarrollo pleno. Existe un espacio en nuestras políticas de futuro para una educación que esté al servicio del país, y ofrezca iguales oportunidades a pobres y ricos, y que propenda a desarrollar el recurso más escaso y valioso para nuestro futuro productivo: el recurso humano y la inteligencia. Existe por ello un espacio indispensable para la investigación, que ubique a la ciencia y la tecnología en el ámbito de contribuir efectivamente el progreso nacional, a la diversificación productiva y al crecimiento en la inversión que demanda el proyecto país. Por ello la Universidad se está preparando para los desafíos del siglo xxi, por ello aprestamos nuestras estructuras y políticas a los desafíos de modernizar la docencia y poner a la investigación y extensión al servicio de Chile, por ello ratificamos nuestra voluntad nacional y pública, con el objetivo esencial de que el progreso de la Nación y su integridad sean de verdad el fin último de nuestro trabajo académico.

Que Chile sepa: defendemos a la Universidad de Chile porque ello significa defender a una Universidad para Chile, para su futuro, para su proyecto de desarrollo. La defendemos, porque significa brindarle oportunidades a lo mejor de nuestra juventud, independientemente de su vertiente social o económica. La defendemos, porque significa propiciar la creación e investigación para el país, independiente de juicios valóricos. La defendemos porque ello significa sustentar a la excelencia académica en su diversidad y en la amplitud que requiere el pensar permanentemente a Chile y a su pueblo, a sus retos y sus dilemas del futuro, como así también en el presente. La defendemos, porque la libertad de pensamiento corre serio riesgo frente a quienes, por razones subalternas, están creando un medio hostil a la Universidad de Chile, niegan el fundamental impacto de su excelencia y su diversidad, combaten su rol nacional y público, y denostan sus acciones en beneficio de una mejor academia y de un desarrollo sistemático del trabajo universitario de calidad. La defendemos, porque Universidad es diversidad, la cual está amenazada y en peligro cuando las universidades se transforman en privilegios financieros o campos de dominio de grupos ideológicos.

En consecuencia, apoyamos el proceso de acreditación contenido en el proyecto de ley que actualmente se debate en el Parlamento. Sostenemos la importancia de contar con una agencia pública independiente y calificada, para desarrollar la acreditación de entidades responsables del proceso de acreditación directa. No le tememos al examen por pares de nuestro trabajo, y creemos que nadie debe preocuparse para así promover una información transparente a los usuarios, factor indispensable para un desarrollo sano de nuestra educación superior. Creemos que el proceso de acreditación por calidad debe llevarse adelante independientemente del proyecto de ley en discusión, al menos para las universidades que reciben recursos del Estado, ya que los recursos públicos deben orientarse a entidades seleccionadas por criterios de calidad y pertinencia. Pensamos que el proyecto de ley en discusión es importante, que no resuelve todos los problemas vigentes, pero que es un paso fundamental, para que frente a la sociedad exhibamos definitivamente la oferta académica y nuestro accionar en todo campo.

Este nuevo aniversario de esta Casa de Estudios nos sorprende preocupados del futuro, acentuando nuestro compromiso con Chile. Queremos seguir discutiendo con el Estado chileno respecto de las perspectivas de nuestra institución, sobre las responsabilidades asignadas, definiendo el marco de políticas y de recursos en que debemos sitiarnos luego de más de 20 años de cambios inconsultos en materia de educación superior, con graves efectos sobre la Universidad de Chile, su estructura y su función en la sociedad chilena. Estamos trabajando para mirar hacia el futuro, para observar los retos de la sociedad globalizada y del conocimiento, que requieren de nosotros una respuesta proactiva, consecuentes con las necesidades de transformar nuestros pregrados, acentuar el trabajo de posgrado y seguir realizando un aporte trascendente y de excelencia en investigación y extensión. Tenemos todos la responsabilidad de proyectar hacia el futuro de Chile, la tradición y el peso histórico de nuestra Universidad de Chile. Por ello nos alegramos por los premios nacionales de este año, porque dicho reconocimiento refleja el ímpetu renovador y nuestro compromiso con Chile.

Por ello también el homenaje a nuestros egresados, porque son quienes deben demostrar y proyectar en el entorno, lo mejor de la esencia, lo mejor de nuestra tarea constructora, lo mejor del espíritu universitario y humanista, que vuela hacia el futuro para que Chile avance, sin olvidar que ha de ser siempre el ser humano el protagonista cierto del mañana. Son ellos, nuestros egresados, los garantes que el ideal humanista se mantendrá vivo y activo por siempre.

Estamos aquí firmes, mirando a Chile desde la Universidad, renovando nuestro aporte y el compromiso con el futuro. Estamos aquí, firmes, intensificando nuestra fe en Chile y en sus perspectivas, ansiosos de seguir colaborando en las ideas que nos permitan avanzar. Firmes, expresando nuestra confianza en la juventud chilena, en sus ideales, en las transformaciones que nos permitirán construir un mejor mañana. Firmes, diseñando el quehacer universitario para dibujar el futuro de Chile visto desde nuestra creación, proyectando el legado y tradición propios del cambio social. Firmes, ante los ataques que nunca han dejado de fortalecernos en nuestras convicciones y en nuestra acción como comunidad universitaria. Firmes y alegres por este cumpleaños, en que evocamos con emoción a los fundadores y a todos quienes, a lo largo de 161 años, han puesto su corazón y su mente para construir esta Universidad de Chile y para Chile.

Feliz cumpleaños, vieja Casa. El futuro, como ayer, sigue siendo tuyo.